15 enero 2007

LA MONTAÑA MÁGICA

RCD Espanyol 3 - FC Barcelona 1

El sábado tuve el privilegio de asistir a un gran espectáculo de fútbol. Gracias a la generosidad de nuestro compañero de Primates, Brahim, el capipresi, Raul y yo gozamos de una excelente noche en la montaña mágica de Montjuic. Brahim nos prestó, al capi y a mi, dos carnets de socios del RCD Espanyol y adquirimos por la irrisoria cantidad de 20€ una tercera entrada para Raul. Los cuatro integrantes del equipo ubicados en el gol sud (cerca del pebetero olímpico y del marcador) saltamos, vibramos y nos entusiasmamos con la victoria del Espanyol (aunque unos más que otros)


No comentaré el partido en profundidad por que a estas alturas quien más quien menos ya ha visto los goles y jugadas destacadas (tipo el puñetazo de Rijkaard al banquillo visitante del Lluís Companys) No obstante, daré mi punto de vista. Desde el campo vi a un Barça muy apático, nada humilde, lento y poco profundo. Un Barça sin garra ni mordiente arriba, con excesivos problemas defensivos, inseguro y muy vulnerable por los laterales. Vi a un Barça que jugaba andando como si la cosa no fuera con él. No vi a Ronaldinho excepto en un lanzamiento, increible eso si, de falta a la cruceta y en el segundo gol del Espanyol donde dejó una autopista para que Sergio Sánchez doblara a Rufete y centrara a placer, marcando Tamudo. Solo se salvo Valdés que hizo un partido sencillamente sensacional (evitó el ridículo culé con intervenciones espléndidas)

Por contra, el Espanyol de Valverde (como lo echan de menos en Bilbao) estuvo soberbio en todas las facetas del juego. Agresivo, bien colocado, muy intenso y concentrado los 90 minutos. Aprovechando sus bazas a la perfección, contragolpes magníficamente dirigidos aunque generalmente mal finalizados excepto en los goles (2º y 3º) El tridente Luis García, De La Peña, Tamudo fue como casi siempre de lo mejor y reclaman a gritos con sus actuaciones una oportunidad en la pésima selección española actual. El Espanyol desaprovechó eso si, una inmejorable oportunidad para humillar al eterno rival. Con el empate del Pibito, sinceramente creia que el Barça se vendría arriba pero la reacción local fue insuperable. Bravo por el Espanyol.

Desde dentro el ambiente que reinaba era increible. Fiesta por todo lo alto, animando al Espanyol sin tregua ni descanso. Era una gozada ver Montjuic casi lleno (31000 espectadores, segunda mejor entrada del año tras el partido contra el Madrid), banderas pericas ondeando por doquier y un sentimiento común, los colores blanquiazules. Si el estadio presentara siempre el mismo aspecto el Espanyol rara vez se dejaría puntos en casa.

En fin, fue una fiesta por todo lo alto. Raul Jurado quizás no disfrutó en demasía por su corazón azulgrana, pero el resto, yo incluido (a pesar de ser culé en primer lugar, los pericos siempre serán mi segundo equipo) disfrutamos como un niño con zapatos nuevos. Hay que repetirlo de nuevo. Esa noche, la montaña de Montjuic fue más mágica que nunca.

Gracias Brahim por todo.

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